El
estudio del perfil del victimario en casos de secuestro, es esencial para
entender y contestarnos las preguntas básicas de la investigación criminal en
cuanto al ¿Quién?, se vuelve muy importante la perfilación de estos sujetos de
conducta antisocial, ya que realizando esta técnica criminológica, tendremos la
información necesaria del sujeto para darle un orden y de ahí partir a una
investigación efectiva del delito de secuestro, puesto que tendremos todas las
herramientas para combatir de manera frontal este delito, y al realizar
un trabajo de inteligencia de campo, el agente encubierto podrá explotar a su
favor todos los recursos de información de los que se ha allegado, incluyendo
dentro de estos recursos el perfil criminológico de los delincuentes que
cometen esta alevosa conducta criminal.
Si bien
es cierto, es muy difícil llegar a una perfilación única del secuestrador, ya
que este delito, por la facilidad de comisión y por sus distintas
clasificaciones y formas, no es igual quien comete un secuestro tradicional que
el que comete un secuestro exprés, razón por la cual, al realizar la búsqueda
de un perfil del delincuente dedicado al secuestro, encontramos una gran
diferencia de perfiles, ya que encontramos perfiles diversos que depende de la
función que se realice, ya que algunos solo participan en la preparación, otros
en la ejecución, otros en el cuidado y unos más en la negociación de este
delito.
1. PERFIL
DE LOS SECUESTRADORES
De
acuerdo a la nota publicada por Notimex el Domingo 2 de agosto del 2009,
informo que la SSPF presento un informe sobre el perfil de los secuestradores
en México, el cual indica que generalmente se trata de jóvenes que se dedican
al comercio informal y que por su adicción a las drogas terminan cometiendo el
delito de secuestro, ya que a mayor consumo de droga las conducta delictivas va
evolucionando hasta llegar a la cúspide de la pirámide del delito,
involucrándose en la comisión de el hecho criminal en estudio, como ya lo
mencionamos anteriormente por la facilidad en la comisión del secuestro y el
beneficio económico que ello lleva implícito, ya que el factor sorpresa está
del lado del victimario cuando la víctima NO ESPERA LO INESPERADO.
También menciona dicho informe, que la cifra de secuestradores
encarcelados ascendió a 9,014 personas hasta la fecha de presentación del
mismo, es decir hasta agosto del año 2009, lo cual incremento en un 19.96 % con
relación al año anterior, en el cual se sometió a prisión a 7,514 personas por
la comisión de este delito de privación de libertad personal.[1]
Señalan
en su informe “El Secuestro: Conceptos y Estrategias de Atención”, que
el perfil del secuestrador es el siguiente: la mayoría tienen entre 22 y 35
años, comienza robando pero en buena medida por su adicción a las drogas se
convierten en secuestradores tal cual lo hemos mencionado anteriormente.
Las
personas dedicadas a este delito suelen ser choferes o personas dedicadas al
comercio informal en un principio, procedentes de familias disfuncionales,
quienes con la intención de aumentar sus percepciones económicas se involucran
en el negocio del secuestro.
La
actividad inicial de estos delincuentes es el robo en la calle, posteriormente
a lugares cerrados y más tarde se da el asalto a vehículos de carga y a
conductores, para posteriormente realizar asaltos a bancos y vehículos blindados
de traslado de valores, culminando con la comisión del delito de secuestro, es
en sí, toda una carrera criminal para llegar a la comisión del secuestro.
En muchos sujetos este periodo de aprendizaje se dio en el breve lapso de un
año y medio.
Este estudio
se elaboro en base al análisis del perfil de 685 secuestradores capturados en
los últimos 31 meses a la fecha de presentación del estudio; así mismo, se
señala que en el país hay tres tipos esenciales de secuestro, el de “alto
impacto”, que perpetran grupos armados o radicales, los relacionados
con el “crimen organizado”, que buscan captar recursos para
las mafias, y los “exprés” que se hacen para extorsionar,
captar recursos con facilidad y por venganzas o motivos pasionales.
En
relación con los rescates, durante el 2009, los secuestradores solicitaron un
promedio de 9.7 millones de pesos por cada secuestrado, por debajo de los 14
millones que demandaban en el 2008. Sin embargo, de los montos que los
secuestradores solicitan solo se llega a pagar el 5.5% de los mismos.
De igual manera y de conformidad con el estudio realizado por la LXI
Legislatura del Congreso de la Unión y su Centro de Estudios Sociales y de
Opinión Pública,[2] se
establece de manera general el siguiente perfil para aquellos que realizaron
este delito en el D.F. y el Estado de México:
·
La información disponible coincide en
señalar que los secuestradores, en general, tienen un nivel considerable de
integración social.
·
Para quienes delinquieron en el DF y
Estado de México, se trata de personas con una edad promedio de 31años; en 81 %
de los casos con tres hijos en promedio; también en 81 % con un trabajo en el
mes previo a su detención. 22 % prestó sus servicios en las fuerzas armadas o
en la policía.
·
Las bandas están integradas, en su
mayoría, por entre tres y nueve personas, entre las cuales es frecuente
encontrar vínculos familiares.
·
Los antecedentes penales no parecen
tener una presencia mayoritaria, aunque sí está presente en una quinta parte de
las personas detenidas.
·
Entre los secuestradores detenidos
por la Policía Federal, muchas características tienen una gran coincidencia con
la descrita anteriormente: la mayoría tienen entre 22 y 35 años de edad; eran
choferes o personas dedicadas al comercio informal.
·
Su carrera delictiva marca una
espiral creciente de especialización y violencia: se iniciaron con robo,
continuaron con asaltos bancarios o a transportes de valores y continuaron con
secuestros. Este ciclo se puede cumplir en un año o año y medio.
·
En 2008, en casi 30 % de los
secuestros denunciados, las autoridades identificaron la participación de
grupos de delincuencia organizada.
La siguiente información es extraída del documento elaborado por Carlos
J. Villalta, “Perfiles criminales: secuestro”, presentado en el foro “Alto al
secuestro”, Senado de la República, marzo de 2010, con base en el agregado
estadístico de 232 reclusos sentenciados por este delito en penales del
Distrito Federal y Estado de México y la cual transcribimos de documentos elaborado[3].
·
Porcentaje de secuestros en los
cuales falleció la víctima: 5 %.
·
Personas que integraban
la banda: de una o dos personas, 20 %; de tres a cinco personas, 52 %; de seis
a nueve personas, 23 %; y de diez o más personas (5%).
·
Relación entre los integrantes de la
banda: amigos (28%); familiares (25%); y compañeros de trabajo (6%).
·
Grupos de edad de los secuestradores:
de 20 a 29 años de edad, 51 %; de 30 a 39 años, 30 %; y de 40 y más años de
edad, 19 %. La edad media es de 31 años.
·
Antecedentes delictivos: se
detectaron en 22 % de los casos, de los cuales 14% habían recibido una
sentencia; 3% había sido sentenciado por secuestro; y 5% había cometido un
secuestro seis meses antes de ser detenido.
·
Contexto familiar: 81% tiene hijos,
tres en promedio; en 15% de los casos su pareja también está detenida.
·
En 25% de los casos el detenido o su
familia tenían antecedentes penales, de los cuales 16% tuvo algún familiar
preso durante su niñez, en 6% él mismo fue detenido durante la niñez y un 3%
fue internado en una institución para menores infractores.
·
Condiciones laborales: 22% prestó sus
servicios en las fuerzas armadas o en la policía; 81% tenía un trabajo el mes
previo a su detención, de los cuales 34% era asalariado y 7% trabajaba en el gobierno.
·
Debilidad institucional: 59% dijo que
pudo haber evitado la cárcel si hubiera tenido influencias o dinero para pagar
alguna mordida; 47% cree que si hubiera dado dinero a los policías que lo
detuvieron lo hubieran dejado ir.
·
43% considera que el momento más
adecuado para dejar la cárcel (con dinero o influencias) era en la agencia del
Ministerio Público y 10% consideró que en juzgado. Algunos entrevistados
afirmaron que durante su proceso algunas autoridades le solicitaron dinero,
tales como la Policía Judicial (40%), Policía Preventiva (16%), el Agente del
Ministerio Público (14%), el custodio (13%),el Secretario de Acuerdos (7%) y el
Juez (6%).
2. PERFIL
DE POLICÍAS SENTENCIADOS POR SECUESTRO
Es de
igual forma, esencial el estudio de los policías y ex policías que participan
en la planeación y ejecución de secuestros, por ende, transcribimos parte de un
estudio realizado a policías y ex policías recluidos en la Cárcel de Santa
Martha Acatitla en el Distrito Federal, elaborado por la Doctora Elena Azaola
Garrido, “De este delito por el que vengo:historias de vida de policías sentenciados por secuestro en la penitenciaría de Santa Martha Acatitla”, con
base en entrevistas a profundidad a 35 reclusos que había pertenecido a alguna
institución policial. Ellos representaban 14% del total de 259 personas
sentenciadas por este delito en dicho penal.
La edad promedio en la que fueron detenidos fue de 30.6 años, mientras
que la sentencia media que estaban cumpliendo era de 31.2 años, con un mínimo
de 12 y un máximo de 90 años. 33% de los entrevistados perteneció a la Policía
Judicial del Distrito Federal, 32% a la Policía Preventiva de la misma entidad,
y 26% a la Policía Judicial Federal o AFI (Agencia Federal de Investigación).
De todos ellos, 72% eran originarios del Distrito Federal mientras que 28%
había nacido en diferentes Estados de la República Mexicana.[4]
·
Durante su incorporación y estancia
en las instituciones, los ex policías muestran una paulatina obediencia al
mando y la adopción de requerimientos y procedimientos arbitrarios; la
adaptación al ejercicio del abuso del poder y de sus beneficios y el
encapsulamiento defensivo frente a una sociedad que los rechaza y los agrede.
·
El sometimiento a la jerarquía
aparece como algo necesario para consolidar el funcionamiento de un grupo policial
informal; incluso para alcanzar sus metas institucionales, tales como bajar los
índices delictivos, el clan permite y alienta la realización de actividades
extremas que vinculen a unos miembros con otros en relaciones de dependencia
mutua.
·
La formación de los clanes informales
permite a los agentes obtener ganancias por extorsión; a los líderes cobrar
cuotas y a todo el grupo mantener amplios niveles de impunidad y ciertos
márgenes de mutua protección.
·
Los bajos salarios y la corrupción
generalizada aparecen como los argumentos más referidos para justificar sus
actos ilegales.
·
Entre los policías sentenciados
permanece por mucho tiempo la sensación de haber sido traicionados y argumentan
reiteradamente que los hechos por los cuales fueron acusados, en realidad
fueron fabricados por su propia corporación.
·
De la información proporcionada por
los presos entrevistados, también se deduce que las habilidades adquiridas como
policías, tales como destrezas técnicas, métodos delictivos e información sobre
sus víctimas, fueron utilizadas para planear y ejecutar el secuestro. En muchos
casos su cercanía con grupos delictivos facilitó su incursión y liderazgo de
los mismos.
·
Este contexto de falta de controles
internos y arbitrariedad reiterada se vuelve propicio para que los policías se
contraten o lleven a cabo por iniciativa propia amenazas, extorsiones y
finalmente secuestros de ocasión o planeados.
·
Los ex policías sentenciados también
señalan que su detención se originó por un conflicto con sus superiores, por
tener información que involucraba a otros mandos, por detener a personas con
vínculos en la institución o por la competencia entre los clanes por mantener
alguna zona de influencia.
·
Por último, los testimonios relatan
una serie de presiones, vejaciones, amenazas, torturas y otras prácticas
intimidatorias realizadas en su contra para que aceptaran su responsabilidad en
los hechos que se le imputan.[5]
3. OTROS
PERFILES DE LOS SECUESTRADORES
Así mismo
encontramos otros perfiles del secuestrador, elaborados por distintos
profesionales de la salud mental y de la criminología, así como por
especialistas y estudiosos del delito de secuestro, los cuales buscan
identificar las características de similitud entre los sujetos que cometen este
tipo de delito para implementar las políticas y estrategias adecuadas para
combatir de manera frontal a este mal social que ha venido en aumento en los
últimos años.
3.1
PERFIL PRESENTADO POR ANTONIO HAZAEL RUIZ ORTEGA
El
siguiente perfil que exponemos es el que presenta Antonio Hazael Ruiz
Ortega, en su “Análisis Sobre el Delito del Secuestro”, el
cual fue ponencia en el “Tercer Congreso de Victimas de la Delincuencia”,
Organizado Por El Consejo Ciudadano De Seguridad Pública Del D.F., y el cual es
muy similar a los otros perfiles que ya hemos estudiado en este capítulo. A
continuación transcribimos dicho perfil del secuestrador.
3.1.1.
PERFIL PSICOLÓGICO CRIMINAL
·
La edad de los secuestradores oscila
entre los 25 y 35 años, con antecedentes delictivos principalmente en los
delitos patrimoniales.
·
Generalmente son delincuentes
gregarios, es decir actúan en grupo y de manera organizada.
·
Los secuestradores pueden variar
desde criminales callejeros, ejecutores de “Secuestros Express”, hasta
organizaciones criminales, guerrillas, traficantes de droga, ex policías o
policías corruptos.
·
Los secuestradores se caracterizan
por su frialdad, alta peligrosidad, insensibilidad, agresividad, egocentrismo,
indiferencia afectiva y la manifestación de conductas antisociales.
·
Al disponer totalmente de la
libertad, la integridad y la vida misma de la víctima, el delincuente exhibe
violencia, con objeto de demostrar su fuerza y su decisión de destruir, frente
a la desprotección de la víctima.
·
El secuestrador asimila los padecimientos,
súplicas y ruegos del secuestrado como si se tratara de hechos aislados, con
una aparente insensibilidad, y suele utilizarlo para controlarlos, someterlos y
lograr su objetivo final.[6]
4. PERFIL
DE DANIEL ARIZMENDI “EL MOCHA OREJAS”.
Después
de hacer un análisis de los distintos Perfiles del Secuestrador, elaborados por
distintos profesionales relacionados con el quehacer criminológico, encontramos
ahora el encuadre entre la teoría y la realidad, y buscando, encontramos que
muchas de las características presentes en tales perfiles, se encuentran
presentes en el secuestrador conocido como “El Mocha Orejas”, Daniel Arizmendi.
De acuerdo
al análisis que hace el maestro Carlos Monsiváis, sobre las declaraciones del
mencionado delincuente en su reportaje en la revista Proceso, encontramos
ciertas patologías de carácter psicopático presentes en este personaje que
sembró el terror en la sociedad mexicana, el cual reconoce que planeo y ejecuto
21 secuestros y tres homicidios (dos por no recibir el dinero, el otro en el
intento de un secuestro).
De
acuerdo a la definición de psicópata, elaborada por el Dr. Rogelio
Apiquian Guitart, Maestro en Psiquiatría por la Universidad Nacional
Autónoma de México y el Instituto Mexicano de Psiquiatría. Por Psicópata puede
entenderse lo siguiente: “Se trata de alguien que viola todas las reglas, que
tiene sus propios principios y una particular forma de ver las cosas; entonces,
tiende a ser manipulador, mentiroso, y abusa de los demás; es común que sea muy
irritable, explosivo y violento, además de que le gusta ver el sufrimiento de
la gente y no siente culpa por lo que hace. Tales características son clásicas
del perfil de un delincuente”, afirma el especialista. Estas características
son algunas de las que encontramos en las declaraciones del “Mocha Orejas”
después de haber sido detenido y como ya mencionamos anteriormente, haber
declarado sus actos delincuenciales ante las autoridades y los medios de
comunicación.
Encontramos
la siguiente declaración del mencionado criminal, la cual concuerda con las
características de egocentricidad de este tipo de sujetos:
“Cuando invito a gente a trabajar, cree en mí: eso es ser líder”
(Entrevista de Roberto Garduño, La Jornada, 19 de agosto de 1998). Su ego lo lleva a sentirse un verdadero líder, y eso es lo peligroso de
este tipo de sujetos, porque llegan a convencer a otras personas de su
liderazgo, y llegan a sentirse identificados con sus objetivos criminales.[7]
En la siguiente declaración encontramos, como Arizmendi disfrutaba
causando daño, y a la vez no sentía remordimiento alguno por sus actos crueles
en contra de sus víctimas a las cuales mutilaba: “Yo creo que sí
volvería a empezar. Aunque tuviera 100 millones de dólares lo volvería a hacer.
Secuestrar era para mí como una droga, como un vicio. Era la excitación de
saber que te la estabas jugando, que te podrían matar. Era como adivinar, ahora
le corto una oreja a este cuate y va a pagar”. ¡Y pagaban! “No sentí nada ni
bueno ni malo, al mutilar a una víctima. Era como cortar pan, como cortar
pantalones” (En Reforma).[8]
La
contradicción más significativa de Arizmendi es la distancia entre su rechazo a
la mínima conciencia ética y el apego a su familia.
El famoso
“Mocha Orejas”, mantiene su lealtad a la familia, e incluso realiza la
siguiente declaración: “Mi familia significaba mucho, ¿no?, mi familia
es todo lo que hay, todo lo que tengo en la vida… Creo no ser un buen papá,
porque por lo regular lo único que yo sabía hacer hacia mis hijos era hacerles
llegar el dinero, porque me gustaba tener dinero y hacerles llegar dinero, que
siempre tuvieran dinero, porque era mi idea que tuvieran dinero mis hijos”. Aquí
vemos que Arizmendi creía que dándoles dinero a sus hijos era ser buen padre;
relacionaba el dinero con la bondad y la conciencia ética, creía que así
cumplía con su responsabilidad paterna de darle la atención que un hijo merece.
En esta entrevista detectamos esos rasgos patológicos de los que hemos venido
hablando anteriormente, en ningún momento “El Mocha Orejas”, expresa algún
sentimiento de arrepentimiento ni dolor por el daño que le causaba a sus
víctimas, razón por la cual sus rasgos lo encuadran en la patología de
psicópata, puesto que cubre todas las características para determinar que esa
es su definición criminológica, y la cual es una constante en el perfil de los
secuestradores, razón por la cual, seleccionamos a este personaje para realizar
este encuadre entre la teoría y la realidad, encontrando así, que en efecto el
secuestrador llega a cubrir el perfil criminológico de un psicópata.
abdubetancourt@hotmail.com
*Licenciado
en Derecho por la Facultad de Derecho Mexicali de la Universidad Autónoma de
Baja California y Licenciado en Seguridad Pública con opción terminal en
Investigación Policial por la Academia de Seguridad Pública del Estado de Baja
California; así como egresado de la Maestría en Criminología del Centro de
Estudios Superiores en Ciencias Penales; Obtuvo el Segundo Lugar de la
categoría profesional en el Primer Concurso Nacional de Investigaciones
Criminológicas 2010-2011 de la Secretaría de Seguridad Pública Federal y la
Subsecretaría del Sistema Penitenciario Federal; Profesor universitario de
Ciencias Penales, y actualmente Secretario General de la Comisión de Justicia
Penal y Prevención del Delito, A.C.
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